domingo, 18 de octubre de 2009
Harto de chupar
Estaba corriendo en el gimnasio mientras miraba el partido. Desde hace meses he dejado de ver los partidos de la selección en grupo. Es la mejor forma de preservarme del pudor que me provoca esta selección, de esa contradicción entre las ganas de que la camiseta esté en el Mundial y la falta absoluta de interés por un equipo que transmite lo peor que tenemos para mostrar de los argentinos. Un equipo financiado con dineros de la bravuconada, dirigido por la bravuconada y con resultados propios de la improvisación y la falta de profesionalismo. Y sólo se dan algunos resultados, los mínimos e indispensables, por el compromiso inquebrantable de algunos de sus jugadores, no de todos, que todavía sienten la deuda de honor de hacer algo recordable con esta camiseta, porque con otras ya lo han hecho y de sobra.
Así es que el miércoles yo trotaba en la cinta viendo solo, sin compañía, las escenas del mismo estadio Centenario en el que grité con el equipo de Verón mientras daba pasos firmes para ganar la Copa Libertadores. ¡Qué mar de distancias entre aquella noche en Montevideo y la amargura de esta clasificación! Es la diferencia entre el premio justo a los que trabajan seriamente, paso a paso, y los improvisados. El mismo contraste que veía con Chile esa noche, en la que se hacía Justicia, así, con J mayúscula: un equipo sin estrellas, pero con mucho trabajo, lograba la clasificación de punta a punta, sin necesidad de salvadores.
Y nosotros, mientras tanto, dependiendo de un gol improbable en la lluvia torrencial del Monumental, gol que todos gritamos, pero que todos, casi sin excepción, disfrutamos más por Palermo, un laburante incansable del fútbol, que por la Selección. ¿Y acaso no fue lo mismo con Verón la noche de la clasificación en Montevideo? ¿No fue esa sensación de reivindicación de ese monstruo del mediocampo la que le dio algún sentido al festejo, a pesar del juego deslucido de toda una eliminatoria?
Yo soy resultadista, no lo niego. En el fútbol no sirve merecer ganar si no se gana. Pero el resultadismo es válido sólo por la positiva, es decir, cuando uno no se conforma con merecer ganar sin resultados, sino que exige que se gane en los hechos. Pero no es lo mismo cuando sostenidamente no se hacen bien las cosas, no se merece ganar, y sin embargo se gana. Ahí, a pesar de todo lo que se quiera decir con el diario del lunes, te queda en la boca el sabor amargo de la injusticia que la gente de bien no puede ocultar. Y si no, vean las declaraciones de Verón al final del partido:
Por esas cosas que se intuyen aunque no se sepan, seguí corriendo en la cinta cuanto terminó el partido para esperar la conferencia de prensa. Apareció Diego, ya bañado. Se lo veía calmado por fuera, pero con ese odio añejado que lo desbordaba. “Sigan mamando”:
Sentí que me hablaba a mi. Porque no puedo más que confesar que soy de los que a lo largo de las eliminatorias pensó en todo momento que había gente mucho mejor preparada para el cargo de DT que el Diego. Y lo sigo pensando hoy, aunque hayamos clasificado. Bianchi, Bilardo, Russo, El Cholo, Valdano, Cúper y la lista sigue. “Que la chupen, que la sigan chupando.”
Y ahí estaba yo corriendo, mientras escuchaba las mesuradas palabras del técnico de nuestra selección, pensando cómo los diarios del mundo reflejarían el disparate continuado de nuestro país, que recién terminaba de aprobar una ley de medios entre gallos y medianoche y que ahora tenía en el Gran DT a un soldado más de la causa contra la prensa. ¿Cómo lo iban a criticar a él, a D10S? “Que la chupen, que la sigan chupando.” Y por si la conferencia de prensa no alcanzaba, a las cámaras que seguían al micro en su salida del Estadio también les estaba reservada la mímica del grosero:
Grondona salió a apoyarlo, porque “todo pasa”, como dice su anillo, y esto seguramente también. Curiosamente, el mundo del revés nos mostró a los jugadores, a los seleccionados, a los conducidos, poniendo la mesura que no tenían los conductores. Así le tocó a Mascherano decir con la prudencia que faltó desde el banco:
"El trabajo de ustedes necesita de nosotros y el trabajo de nosotros por momentos necesita de ustedes. La realidad es que no sirve de nada estar enfrentados. Hay cosas que a veces hay que evitar decirlas y tampoco, hoy día con la victoria y con el hecho de haber clasificado, nosotros no tenemos que ponernos en un lugar más alto y ser rencorosos con la prensa."
Los medios del mundo reflejaron —como no podía ser de otro modo— el desenfreno propio de la patota, y los argentinos seguimos sumando razones para ser mirados de costado, ahora, hasta por nuestros vecinos de subcontinente. Ya no sólo nos separan de Brasil, de Chile, de Perú, de Uruguay, de Costa Rica, de Colombia, la falta de previsibilidad, el desprecio por la inversión extranjera y por los estándares mínimos de seguridad jurídica, el deterioro progresivo de las instituciones republicanas y el desarrollo económico. Ahora nos separa también la desmesura en las declaraciones, eso que nos arrincona con los Chávez, con los Morales y los Correa de este mundo.
Hasta dónde habrá llegado el disparate que Blatter, bribón consuetudinario, se sintió acorralado y en la necesidad de proteger el negocio. Y amenazó al Diego con sanciones. Con suspensión y con multa. Veinte mil francos suizos; un poco menos de cien mil pesos de los nuestros.
Maradona, el DT, pagará con su dinero, se podrá decir. Pero cobra su sueldo de la AFA, de donde vendrán en definitiva los francos suizos para pagar la multa. Sí señor, esa plata saldrá de la misma caja hoy llena de dinero mal habido por la estatización de un fútbol “para todos”, que ahora debe esperar que la señora Presidenta salga en cámara para empezar los partidos. El dinero vendrá del contrato para televisar el mismo fútbol que no ha vendido hasta ahora ni un segundo de publicidad a una empresa anunciante. Ni uno. Es que así tienen desde Telam la plena libertad para infestar con propaganda oficialista, también pagada con los impuestos de todos, cada gol liberado del secuestro en el que estaban sumidos, así nos dicen, merced a un contrato repudiado por la AFA en el que se puede ver la firma —nada menos— del propio Grondona.
Seiscientos millones de pesos cuesta por año el chiste, más lo que el Estado deba pagar a TyC, directa o indirectamente, por los daños y perjuicios. Salen de nuestros impuestos, claro. Y así es cómo el 21% de IVA que se paga en algún lugar de Jujuy por el kilo de menudos de pollo que harán que el guiso de maíz se parezca a un plato de comida, termina yendo a Suiza a cubrir el costo de la penitencia de quien nunca se arrepiente de sus disparates; disparates que otros, muchas veces la mayoría, le siguen festejando.
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que buena nota!! seguroq la escribió una chica re linda
ResponderEliminarme equivoque de coment.jejejej,
ResponderEliminaresta nota seguro q la escribio un abogado muy exitoso