El tipo tiene un comercio en Santa Fe. Seguramente es un laburante, respetable y todo. En su tiempo libre, decidió "meterse a la política", como dice los recién llegados a esas lides. Es candidato del PRO, según se supo, pero según la época podría haber sido del MODIN o del propio PJ, que lo mismo da. Y un día le robaron en el negocio. Tenía un sistema de alarmas buenísimo, pero le robaron igual. Al parecer -de él- los chorros eran de una villa miseria cercana. Y no encontró mejor idea que salir a decir esto:
Qué difícil resulta sostener que se necesitan reglas que se cumplan cuando el tipo que es candidato a ocupar una banca en el lugar donde esas reglas se hacen gana adhesiones -a no dudar que, pese al disparate, las ganará con esto que ha dicho- proponiendo tirar al tacho las reglas en su más pura esencia. Es el regreso a las cavernas.
Pero cuánto más difícil es encontrar un lugar desde el cual decir que las reglas deben cumplirse, que no hay derecho a la agresión si no es en defensa propia, que no hay derecho a lo que no se obtiene en forma consensual, que la necesidad no funda derechos, sin ser inmediatamente arrinconado discursivamente con gente como el buen hombre del video, que propone meter fuego a cientos de personas (ratas que se reproducen, según su patológica generalización) para evitarse el trabajo de hacer cumplir las normas más básicas respecto de unas pocas.
Y créanme que el Código Penal tiene los artículos necesarios para hacerlo y otro tanto las constituciones para deshacerse de quienes no las hagan cumplir desde las instituciones. No hay país que resista que se vocifere por el quebranto de unas reglas que siempre creemos aplicables al resto y convenientemente ajenas a nosotros, desde ya, habilitados a inclumplirlas.
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